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Marilú y Charbel |
Expresar a través de las palabras, lo que significó para
nosotros el Encuentro Internacional de Brasilia, no transmitiría realmente lo
que representó esa vivencia, ya que fue una experiencia
del corazón, un cúmulo de sentimientos fraternos, de alegría, de esperanza,
pero sobre todo, de crecimiento espiritual.
La confraternidad vivida con equipistas del Ecuador, la
acogida entre todas las parejas asistentes expresada con fuertes abrazos y
frases de cariño, el poder compartir con miles de parejas que vamos por el
mismo camino, las eucaristías diarias que nos regalan la vida plena a través de
Jesús sacramentado y que nos permite
bajar barreras, estrechar las manos y celebrar la fe entre todos los
equipistas, es una bendición que derrama Dios en nosotros y que constituye el alimento
que nos impulsa y alienta para tratar de seguir a Jesús y su evangelio en nuestra vida individual y de matrimonio.
Asistir a este evento y encontrarse con miles de equipistas
de tantos países del mundo que aceptan y practican la propuesta de la
metodología de los ENS, para vivir el matrimonio de una manera cristiana, conscientes
de la presencia del amor vivo de Jesús, que a pesar de hablar en idiomas tan
diversos, coincidimos en el idioma universal de nuestro padre Dios, tratando de
seguir el mismo rumbo hacia un idéntico objetivo, que es la búsqueda de nuestra
salvación y que aceptamos dar un paso adelante acogiendo unánimemente la nueva
propuesta del Movimiento a nivel mundial, esto es, no quedarnos cómodos
solamente en el Movimiento, sino salir y
también participar más activamente como Iglesia, nos permitió reafirmar una
vez más nuestra convicción de la internacionalidad del Movimiento y del soplo
permanente del Espíritu en el mismo.
Nos llamó la atención la excelente planificación del hilo
conductor del evento, “la parábola del Buen Samaritano”, que, presentada con gran profundidad a través
de las conferencias y testimonios de diversas parejas y sacerdotes, nos llevó
día a día, tanto a los matrimonios como al resto de los consiliarios, a
reflexionar sobre nuestras actitudes con las personas que están a nuestro
alrededor. Reflexiones que analizábamos
y compartíamos con nuestros compañeros equipistas y a las que les dábamos la
respectiva conclusión durante las reuniones de los equipos mixtos de las
tardes.
También es meritorio mencionar la excelente organización y
la alegría de las parejas en servicio, desde los responsables del evento hasta
las personas encargadas de atender en los bares y en la venta de los cafés.
Y por último, la construcción de una catedral virtual
monumental, con fotos de las diferentes catedrales de todas las regiones que
conforman el Movimiento a nivel mundial, en la gigantesca explanada de los
Ministerios. Carteles de aproximadamente
3m de altura por 2m de ancho, colocados de tal manera que simulaban las paredes
de una gran catedral donde vivimos una fiesta de confraternidad, cantamos,
oramos y cada matrimonio realizó su diálogo conyugal.
Damos gracias a Dios
por haber podido vivir esta experiencia que ha significado un profundo
crecimiento en nuestra vida conyugal, nos ha permitido fortalecer nuestro
sentido de pertenencia al Movimiento y nos compromete a participar más
activamente en la Iglesia.
Marilú y Charbel
PR Región Ecuador
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