Queridos Hogares de Nuestra
Señora:
El Encuentro Internacional
realizado recientemente en Brasilia fue un momento de gracia, porque demostró
la enorme vitalidad de nuestro Movimiento, que no es una grandeza encerrada en
sí misma, sino una parte integrante de la Iglesia, movida por la fuerza del
Espíritu Santo para anunciar el Evangelio a todos los hombres de hoy y
mostrarles el camino de la salvación, del que la Iglesia es «como un sacramento o señal» (LG, 1).
Una constante en los testimonios
mostraron que el secreto de los Equipos de Nuestra Señora se encuentra en el
cumplimiento de los Puntos Concretos de Esfuerzo y, muy particularmente, en la
Oración conyugal y en el Deber de Sentarse. Por ello, invito a todas las
parejas a que sean fieles a estos dos puntos de esfuerzo, que son el secreto de
la espiritualidad conyugal. Los matrimonios cristianos, unidos por el
sacramento del matrimonio, son una imagen viva de Cristo y de la Iglesia,
realizan el gran misterio del que habla san Pablo (Ef 5,32).
En un mundo dividido como el nuestro, es misión de los matrimonios cristianos
ser un signo de que es posible vivir el amor fiel, fecundo e indisoluble desde
el momento en que permanecen fieles y están disponibles a recibir y a vivir en
la gracia del sacramento del matrimonio. Lo que distingue y marca la diferencia
de los esposos cristianos es precisamente esto: son dos discípulos, un hombre y
una mujer que viven su amor en el Señor (1 Cor 7,39). ¿No es
precisamente esto lo que se pretende en el Deber de sentarse, cuando el
matrimonio reflexiona sobre su vida en presencia del Señor?
El Papa Benedicto XVI ha
declarado este año el Año de la fe, de octubre de 2012 a noviembre de 2013.
Benedicto XVI es perfectamente consciente que la crisis actual en la Iglesia y
en el mundo es esencialmente una crisis de fe, ya sea desde el punto de vista
de las relaciones humanas, ya sea desde el punto de vista teológico y
cristiano. De hecho, la fe, como acto, presupone confianza y amor, porque
creemos en quienes confiamos y tenemos confianza en quienes merecen nuestra
amistad y nuestro amor.
En la Carta Apostólica «Porta Fidei», Benedicto XVI invita a toda la Iglesia y a cada
uno de nosotros, incluso como Movimiento, a reflexionar sobre la fe, como
contenido, es decir, las verdades en las que creemos y que son objeto de
nuestra fe y como acto, esto es, como adhesión, asentimiento cordial a la
Palabra de Dios y a su misterio que nos ha anunciado la Iglesia. Por todo esto,
es muy importante el Concilio Vaticano II, cuyo 50 aniversario de su inicio
acabamos de celebrar, y el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado hace 20
años, como instrumentos fundamentales para la comprensión de la fe, en las dos
dimensiones mencionadas.
He aquí un programa para nuestro
Movimiento, que quiere caminar al ritmo de sentire
cum Ecclesia (“Pensar con la Iglesia”)1.
El Movimiento de los Equipos de Nuestra Señora deberá ser siempre cada vez más
una expresión viva de la fe tan necesaria y urgente hoy, por las razones que
Benedicto XVI enumera en la Porta fidei y que reconocemos en nuestra vida y en
nuestro mundo actual. Pero según el Espíritu del Evangelio, que debemos
atrevernos a vivir, cada uno de los Equipos y nuestro Movimiento tiene que
estar en el mundo, pero no ser del mundo (Jn 17,16). Benedicto XVI
invita expresamente a los Movimientos a prever un momento, una fecha precisa
para profesar la fe en comunión con toda la Iglesia. Es por eso que animo a los
Hogares Responsables y a los Consiliarios Espirituales a estar especialmente
atentos a este deseo del Papa, de modo que sea posible realizarlo en todos los
niveles de nuestro Movimiento.
Que la Virgen María, patrona de
nuestro Movimiento, bendiga y proteja todas nuestras actividades y proyectos y
nos lleve a su Hijo, enseñándonos a hacer todo lo que Él nos diga (Jn 2,5).
Os saludo a todos con amistad en
el Señor.
P. José Jacinto Ferreira de
Farias, scj
Consiliario Espiritual del ERI
·
Fuente: Sitio Principal de los Equipos de Nuestra Señora
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1 "Pensar
con la Iglesia", or "Sentir con la Iglesia"; El decir,
"sentire cum ecclesia" se origina con San Ignacio de Loyola, quien usa este término en uno de sus Ejercicios Espirituales
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