El Año de la fe
desea contribuir a una renovada conversión al Señor Jesús y al redescubrimiento
de la fe, de modo que todos los miembros de la Iglesia sean para el mundo
actual testigos gozosos y convincentes del Señor resucitado, capaces de señalar
la “puerta de la fe” a tantos que
están en búsqueda de la verdad. Esta “puerta”
abre los ojos del hombre para ver a Jesucristo presente entre nosotros «todos
los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 20). Él nos enseña cómo «el arte del vivir» se aprende «en una relación intensa con él» [Encuentro
Promoción Nueva Evangelización]. «Con su
amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo
tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un
mandato que es siempre nuevo. Por eso, también hoy es necesario un compromiso
eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir
la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe».[Carta Porta Fidei]
La Congregación de
la Doctrina de la Fe nos entrega propuestas que tienen la intención de
solicitar una respuesta eclesial ante la invitación del Santo Padre, para vivir
en plenitud este año. Compartimos con
ustedes los indicado para el ámbito de las
parroquias / comunidades / asociaciones / movimientos
1. En preparación
al Año de la fe, todos los fieles están invitados a leer y meditar la Carta apostólica Porta fidei del Santo
Padre Benedicto XVI. Ver enlace
2. El Año de la fe «será también una ocasión propicia para
intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la
Eucaristía». En la Eucaristía, misterio de la fe y fuente de la nueva
evangelización, la fe de la Iglesia es proclamada, celebrada y fortalecida.
Todos los fieles están invitados a participar de ella en forma consciente,
activa y fructuosa, para ser auténticos testigos del Señor.
3. Los sacerdotes
podrán dedicar mayor atención al estudio de los documentos del Concilio
Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica, recogiendo sus frutos para
la pastoral parroquial –catequesis, predicación, preparación a los sacramentos,
etc.– y proponiendo ciclos de homilías sobre la fe o algunos de sus aspectos
específicos, como por ejemplo, “el
encuentro con Cristo”, “los contenidos fundamentales del Credo” y “la fe y la
Iglesia”.
4. Los catequistas
podrán apelar aún más a la riqueza doctrinal del Catecismo de la Iglesia
Católica y, bajo la responsabilidad de los respectivos párrocos, guiar grupos
de fieles en la lectura y la profundización común de este valioso instrumento,
con la finalidad de crear pequeñas comunidades de fe y testimonio del Señor
Jesús.
5. Se espera por
parte de las parroquias un renovado compromiso en la difusión y distribución
del Catecismo de la Iglesia Católica y de otros subsidios aptos para las
familias, auténticas iglesias domésticas y lugares primarios de la transmisión
de la fe. El contexto de tal difusión podría ser, por ejemplo, las bendiciones
de las casas, el bautismo de adultos, las confirmaciones y los matrimonios.
Esto contribuirá a confesar y profundizar la doctrina católica «en nuestras casas y con nuestras familias,
para que cada uno sienta con fuerza la exigencia de conocer y transmitir mejor
a las generaciones futuras la fe de siempre».
6. Será conveniente
promover misiones populares y otras iniciativas en las parroquias y en los
lugares de trabajo, para ayudar a los fieles a redescubrir el don de la fe
bautismal y la responsabilidad de su testimonio, conscientes de que la vocación
cristiana «por su misma naturaleza, es
también vocación al apostolado».
7. En este tiempo,
los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida
Apostólica son llamados a comprometerse en la nueva evangelización mediante el
aporte de sus propios carismas, con una renovada adhesión al Señor Jesús,
fieles al Santo Padre y a la sana doctrina.
8. Las comunidades
contemplativas durante el Año de la fe dedicarán una particular atención a la
oración por la renovación de la fe en el Pueblo de Dios y por un nuevo impulso
en su transmisión a las jóvenes generaciones.
9.
Las Asociaciones y los Movimientos eclesiales están invitados a hacerse
promotores de iniciativas específicas que, mediante la contribución del propio
carisma y en colaboración con los pastores locales, se incorporen al gran
evento del Año de la fe. Las nuevas Comunidades y Movimientos eclesiales, en
modo creativo y generoso, encontrarán los medios más eficaces para ofrecer su
testimonio de fe al servicio de la Iglesia.
10. Todos los
fieles, llamados a reavivar el don de la
fe, tratarán de comunicar su propia experiencia de fe y caridad, dialogando con
sus hermanos y hermanas, incluso de otras confesiones cristianas, sin dejar de
lado a los creyentes de otras religiones y a los que no creen o son
indiferentes. Así se espera que todo el pueblo cristiano comience una especie
de misión entre las personas con quienes viven y trabajan, conscientes de haber
«recibido la buena nueva de la salvación
para comunicarla a todos»
Conclusión
La fe «es compañera de vida que nos permite distinguir
con ojos siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros. Tratando de
percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada
uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el
mundo». La fe es un acto personal y comunitario: es un don de Dios, para
vivirlo en la gran comunión de la Iglesia y comunicarlo al mundo. Cada
iniciativa del Año de la fe busca favorecer el gozoso redescubrimiento y el
renovado testimonio de la fe.
Extracto, Indicaciones pastorales para el Año de la Fe
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
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