Muy
queridos hermanos equipistas,
Que la gracia y la paz de Dios nuestro
Padre, esté siempre con Ustedes. En esta ocasión, queremos compartirles la
experiencia vivida en dos encuentros que tuvimos los últimos meses.
A mediados de septiembre, visitamos al
equipo 1 de Quito, el primer equipo de la Región Ecuador, con 27 años de existencia.
Fue grande la emoción de compartir con un equipo tan “joven” y lleno de la vida
que proviene del Espíritu; que han forjado una verdadera comunidad cristiana,
donde la alegría o la tristeza del uno es la de todos. Su fidelidad al Carisma
del Movimiento; la novedad y entusiasmo con que habían preparado las partes de
la reunión y la camaradería que existía entre ellos, nos hacía difícil creer
que llevaban haciendo esto hace más de 300 reuniones.
En la Puesta en Común, fue notorio su
alto grado de espiritualidad personal, conyugal y de equipo; por la forma en
que habían entregado todo lo sucedido durante el mes a la Divina Providencia y por
como practicaban la ayuda mutua, a través de la oración, acompañamiento y ayudas
concretas, a las parejas y al Consiliario.
A inicios de noviembre, tuvimos otro
regalo. Visitamos al equipo 40 de Guayaquil, último equipo acogido de la Región
Ecuador, con menos de un año de vida. Vivimos 3 horas de un profundo encuentro
con Dios. Imaginamos que así es como el Padre Caffarel quería que fueran las
reuniones de equipo. La unión y fraternidad que mostraron las parejas, el gran
cariño y solidaridad que tienen con el Consiliario y su parroquia, y la
profunda espiritualidad de cada uno, permitió que, junto con el Hogar
Responsable del Sector F, quiénes también estuvieron presentes, tuviéramos una
reunión de equipo inolvidable.
Cada parte de la reunión había sido
preparada por todos con mucha dedicación y esmero. El Hogar Responsable del
equipo estuvo atento a los tiempos de cada parte, sin por ello sacrificar la
ocasión para profundizar en algún punto de interés para el equipo.
Demás está decir, que salimos de esos
dos encuentros, llenos de agradecimiento, alegría y renovadas fuerzas, al haber
sido testigos de dos Equipos de Nuestra Señora que tienen y tendrán la
capacidad de renovarse continuamente y volver a las fuentes y a la fuerza del
primer amor, cada vez que lo necesiten.
Resulta inevitable notar las
similitudes entre los dos equipos. El más antiguo y el más nuevo, separados por
26 años de existencia y de dos ciudades distintas. Ambos viviendo su camino de
espiritualidad conyugal con la misma dedicación y entusiasmo. Ambos teniendo
claro que estamos aquí por Dios y para Dios. Ambos en el diario empeño de
conquistar los Puntos Concretos de Esfuerzo, piezas fundamentales y distintivas
de nuestro Carisma.
Les agradecemos especialmente a los
pilotos de esos equipos, porque supieron sembrar la buena semilla de la Vida y
la Santidad en Pareja, como una opción real y muy válida para nuestros tiempos.
Que Dios los bendiga por la dedicación que pusieron en sus servicios y cuyos
frutos están a la vista.
Tal vez fue una coincidencia la visita
a estos equipos, pero como dijo Albert Einstein, la “casualidad es la manera
que tiene Dios de mantenerse en el anonimato” y de hablarnos al corazón.
Un fraternal abrazo,
María Auxiliadora y Jaime
Jaramillo
"Toda palabra de Dios está garantizada; él es un escudo para cuantos confían en él. Proverbios 30,5 Felicitaciones a los equipistas
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