A
lo largo de estos 11 años en el Equipo 11 de ENS, hemos escuchado de esposos
que han hecho de su vida conyugal y familiar, un encuentro samaritano de Dios
con el prójimo. Los primeros en ser beatificados (Juan Pablo II, 21 de octubre
de 2001) de manera conjunta son, Luigi Beltrame Quattrocchi y María Corsini. No
nos sorprende que dos de sus hijos sacerdotes estuvieran en la misa de
beatificación. Fueron un matrimonio de 50 años de entrega, de oración, de
cuidados al necesitado, de felicidad, que conocieron lo que era una vida
de santidad al lado del mundanal ruido, la crianza de sus hijos y la
responsabilidad del trabajo diario. Sin embargo, “La santidad de ambos
creció en pareja pues, de hecho, antes de casarse, Luigi Beltrame Quattrocchi
no vivía su fe cristiana con especial fervor.”
En la vida de santidad de unos esposos como Luigi y
María, se necesitará ser beatificados entonces para alcanzar los altares, es
eso lo que los esposos en ENS deberíamos aspirar? Por qué no, sin embargo es un
proceso sostenible, disciplinado y desprendido, pero qué entenderíamos por
santidad? En el Antiguo Testamento el hebreo Kadosch (santo) significaba estar separado de lo secular o
profano y dedicado al servicio de Dios. Vivir una vida de santos entonces, sin
perder los pies sobre lo terrenal, el que vivamos y practiquemos el servir a
Dios y la forma para hacer ello, está en la misma Biblia y ésta nos entrega
muchos ejemplos de personas que se convirtieron, o de personas que siendo
pobres o de poca fe, lograron constituirse en discípulos del Hijo de Dios,
recibiendo inclusive ese Espíritu Divino en Pentecostés. Consecuentemente, se
puede ser santo emulando la vida de Jesús leyendo y practicando el evangelio.
Alguna vez en ENS aprendimos que: “Quien
no lee la Biblia, desconoce la vida de Jesús”
Recordemos que:
“El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador: Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5, 48)
“El divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador: Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5, 48)
Otro
ejemplo de esposos y su santidad son, Áquila y Prisca (Priscilla) de nombres
latinos viviendo en Roma, de origen judío, quienes, por una decisión del
emperador Claudio de expulsar de Roma a todos los judíos alborotadores por
seguir a Cristo, abandonaron Roma para trasladarse a Corinto. Estos esposos
fueron apóstoles de Pablo y jugaron un papel decisivo para las reuniones con
los primeros cristianos, y para completar la formación cristiana de las
personas. Cuando en Éfeso el apóstol San Pablo escribe su primera carta a los
Corintios, envía explícitamente saludos, también a los esposos así: “Saludos a Áquila
y Prisca”, junto con la iglesia (ecclesia) que se reúne en su casa” (1 Co 16,
19). Según la tradición fueron martirizados en Roma.
Padre
Caffarel en su Editorial “Tomar aliento” de su libro “Destellos de su mensaje”,
al referirse al significado cristiano de una reunión de equipo advierte lo
siguiente: “ …el carácter original de una
reunión de cristianos en nombre de Cristo Jesús. ¿No hablaba San Pablo de la
ecclesia que se reunía en casa de Áquila y Prisca, esa pareja a quien estaba
tan afectuosamente unido?” Y sigue Caffarel al mencionar que: “…en cada célula de la Iglesia, en cada
ecclesia, está presente el alma de la gran Iglesia, viva, impaciente por
dispensar y desplegar toda santificación”
Y
bueno, qué decir de los esposos más importantes de nuestra historia cristiana,
aquella pareja sencilla a quienes de formas y aceptaciones distintas pero llenos
de Fe y valentía, dijeron el Sí para recibir a Jesús: José y María.
Reúnen todas las cualidades de unos esposos santos por ser los padres de Jesús,
por perseverar en el cuidado del Salvador, dándole ejemplo de honestidad, humildad,
escucha, sencillez, de trabajo diario y responsable. María que acompañó hasta
la misma cruz a su hijo y que, siempre nos entregó el ejemplo oblativo, de
desprendimiento, de obediencia y de plena disposición y acogida como madre de
todos los cristianos.
En
una segunda entrega, continuaremos con Celia y Luis Martín; Domenica y Sergio
Bernardini; y ustedes…
Susy y Fabián Franco
Equipo 11
Sector B
Guayaquil-Ecuador
No hay comentarios:
Publicar un comentario