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Georges
y Mahassen KHOURY
Líbano
Matrimonio
enlace zona Centroeuropa, ERI
|
“Aquí estoy, Señor; envíame”
(Isaías 6, 8b)
Espiritualidad es un concepto humano y
cristiano tan importante tanto para la vida laical, como para la vida de
pareja, religiosa o sacerdotal.
Tiene que ver con el espíritu y con la
vida en el espíritu. Evoca el soplo vital de nuestra respiración, sin la cual
no hay vida; evoca por tanto la vida, el movimiento, la animación, la
inclinación de quienes caminan hacia la grandeza que los atrae. También evoca
una experiencia de vida que nos invita a salir de nosotros mismos. Según el
Papa Francisco, vivir la espiritualidad, ser espiritual o dejarse mover por el
espíritu, es colocarse en una actitud de salida, en una actitud que no nos
permite encerrarnos en nosotros mismos.
La Espiritualidad, es para nosotros
cristianos, vivir según el Espíritu Santo. Es el Espíritu quien movió a Cristo
a entregarse en sacrificio por nuestra redención. Fue este Espíritu el que el
Señor prometió como consolador y defensor y que sopló sobre los discípulos en
la tarde del día de la Resurrección: “Entonces sopló sobre ellos y les dijo,
Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20, 22-23)
Es el Espíritu de filiación que nos
hace exclamar ¡Abba! ¡Padre!. Por lo tanto la Espiritualidad es en nosotros,
cristianos, vivir según el Espíritu
Santo que nos ha sido dado en el bautismo y en los demás sacramentos. Somos
cristianos por el bautismo y tenemos a Dios como Padre, vivimos en Iglesia,
nuestra madre, somos hijos y hermanos en Dios por el Espíritu que habita en
nosotros.
De esta forma, la Espiritualidad
conyugal se construye y se nutre desde y con el Espíritu Santo, siendo así que
los esposos que se aman en el Señor, son en realidad signos visibles, sensibles
y eficaces del misterio de Cristo y la Iglesia.
Sara y Tobías inician precisamente su
vida conyugal con una oración de alabanza y bendición: “Levántate Sara, vamos a
rezar a Dios”. La Espiritualidad es la
apertura a una dimensión esencial y más interior de nuestra humanidad de
parejas que supera a la del mundo que nos rodea. Es el volverse sobre nosotros
para encontrar lo que está en nosotros, lo que nos constituye: la Vida y Aquel
que nos ha creado.
De esta manera, la vida según el
Espíritu nos hace vivir una vida nueva y nos convierte en hombres nuevos. La
vida conyugal es un camino, pero ¿hacia dónde? ¿Cuál es la ruta? Ciertamente es
un viaje a veces oscuro y en la tormenta, pero iluminado por Jesús que levanta
y disipa las tinieblas. Acompañados también por personas que nos pueden guiar:
nuestros padres, nuestro cónyuge, nuestro consiliario, nuestro equipo y nuestro
Movimiento como luces que nos ayudan a caminar.
Por ello nuestra espiritualidad también
se alimenta de la alteridad, puede ir al encuentro de los otros solo si está
abierta al Otro y a su Palabra. Compartimos esta espiritualidad con todos los
bautizados, con todos los matrimonio de los ENS, bajo la forma específica del
sacramento del matrimonio. Pertenecemos a la Iglesia y a esta pequeña iglesia
que es nuestro Movimiento que nos invita a experimentar profundamente nuestra
espiritualidad como parejas que viven y comparten la experiencia de Jesús.
Nuestra oración personal y conyugal,
así como nuestro diálogo conyugal nos conducen hacia un despertar y un crecer
espirituales. Son verdaderas contemplaciones de la acción del Espíritu Santo en
cada uno de nosotros y es el mismo Espíritu que nos habla a través del otro.
Como dice el Padre Caffarel: “Nuestro
mundo moderno espera un suplemento de alma”. ¿Podríamos nosotros, matrimonios
de los ENS, a ejemplo de María, ser espirituales por excelencia, convertirnos
en ese suplemento de alma, animados por un espíritu abierto y un corazón
creyente?
* (Resumen de las meditaciones del P.
José Jacinto Ferreira de Farías, Consiliario del ERI y de Mahassen y Georges
Khoury, Líbano, Matrimonio enlace zona Centroeuropa,
ERI. III Encuentro Internacional de Roma, 2015)
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