Todo parece ser
como aquel día que dieron su sí para siempre. Al hablar de su matrimonio es
imposible no admirar la sonrisa que ambos reflejan en su rostro. Me cuentan que
en abril celebraron sus bodas de plata y les pregunto: “¿cómo se llega a los 25
años de matrimonio ahora?”, pues resulta una misión casi “imposible” en estos
días. Con certeza, Fabio responde: “cuando yo le di el sí a mi esposa en el
altar y ella me dio el sí hubo un tercero que también lo dio, y es Jesús”.
Constanza Gil y
Fabio López, son miembros del movimiento de espiritualidad conyugal los Equipos
de Nuestra Señora (ENS) en Bogotá, desde hace 18 años. Ellos aseguran que luego
de haber ingresado a esta agrupación su relación de pareja, que no era mala
hasta aquel entonces, dio un giro total.
Editora
mtinoco@revistavive.com
Ambos son
colombianos y con ese carisma que caracteriza a su gente me dan la confianza
para que la entrevista se desarrolle en un ambiente cálido, pero no por el
clima de Guayaquil, sino por su apertura para que este diálogo se transforme en
una conversación de amigos.
Remar juntos en equipo
Los López tienen
una convicción muy grande. Señalan que el matrimonio, si bien es un rito que se
realiza en una Iglesia, compromete a la pareja para “lograr la santidad del
esposo y la esposa a través de la vida conyugal”. Este es el ideal común que
persiguen los ENS: alcanzar la felicidad y santidad gracias al matrimonio y no
a pesar del matrimonio.
Se agrupan en
equipos de siete parejas, acompañados por un sacerdote conciliar, para
compartir temas de vida matrimonial. Estar en un equipo los ayuda a
reconfortarse escuchando los testimonios y experiencias de otros esposos,
explica Fabio, “porque la idea es fortalecernos, remar juntos y apoyarnos”.
Se reúnen una vez
al mes con su equipo y sus diálogos tienen varias partes: compartir una comida,
escuchar la Palabra de Dios, hacer oración comunitaria y estudiar un tema
escogido por ellos a lo largo del año.
Cuando entraron a
ser parte de este movimiento, Fabio y Constanza, revelan que no entendían el
significado que encierra el sacramento del matrimonio, pero ahora saben que “el
esposo(a) es un tesoro que Dios nos dio y que ambos tenemos que cuidar”. Y eso
es lo que se percibe al observar a esta pareja; sus miradas, sus gestos, sus
frases, son fascinantes.
La dimensión del amor
Dejar que Dios sea
el custodio de su matrimonio, fue una opción que hicieron desde el día que
empezaron a vivir una espiritualidad conyugal en los ENS. Fue una decisión que
trajo frutos a su matrimonio al comprender que la dimensión real del amor es el
mismo ejemplo del amor de Dios por sus hijos.
“Se alcanza la felicidad gracias al matrimonio y no a pesar del
matrimonio”.
“Si Él entregó la
vida de su Hijo, entonces uno debe amar a su cónyuge así, saliendo de uno
mismo, entregándose sin recelo, buscando la felicidad del otro”, explica
Constanza. Y Fabio emocionado agrega, que ese fue un elemento que logró
identificar en los ENS, viendo en su esposa la presencia de Dios. “Si tienes
ahí presente a Nuestro Señor, ¿cómo va uno a ofender?, ¿cómo uno va a ser
infiel?, ¿cómo va a faltarle el respeto? No, no es posible”.
Luego de 18 años
compartiendo anécdotas, anhelos, proyectos, dificultades y remando hacia al
Señor junto a otros matrimonios de su equipo, Fabio y Constanza, aseguran que
han ganado amigos para toda la vida.
Estos ‘equipistas’
ahora se preparan junto a otros de Hispanoamérica para participar del Tercer
Encuentro de los Equipos de Nuestra Señora que se desarrollará entre el dos y
tres de septiembre en Guayaquil.
Por: María José Tinoco
Tomado de la Revista Vive de Agosto
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