El día de ayer, en la ceremonia inaugural del Encuentro Internacional Fátima 2018, el nuncio apostólico de Portugal, padre Rino Passigato procedió a leer una carta que el Papa Francisco escribió expresamente a los Equipos de Nuestra Señora para concederles su bendición apostólica.
A continuación podrán conocer su mensaje.
Queridos esposos
Maria Berta y José
Moura Soares
Matrimonio Responsable Internacional de los
Equipos de Nuestra Señora
Acogiendo de buen grado la petición de bendición
para los participantes del XII Encuentro Internacional de los Equipos de
Nuestra Señora que se lleva a cabo en Fátima del 16 al 21 de julio de 2018 bajo
el lema « El hijo pródigo », el
Papa Francisco os saluda fraternalmente recordando, a todos y cada uno, que
la Iglesia condena el pecado, porque debe decir la verdad, pero al mismo tiempo
abraza al pecador que se reconoce como tal, acercándose a él, le habla de la
infinita misericordia de Dios. ¡Qué gran esperanza y alegría nos trae la
parábola del hijo pródigo! En ella, no solo se habla de acogida y de perdón,
sino también de "fiesta" para el hijo que regresa (cf Lc 15,32). El Santo Padre nos invita, a todos y cada uno,
a reconocernos en aquel hijo perdido que regresa y a quien el Padre nunca se
cansa de abrazar y devuelve su grandeza como hijo. Conmovidos por tanta bondad,
dejemos que el corazón hable: ¡Es verdad, Señor! Soy un pecador, una pecadora.
Me siento así y tengo la certeza de ello. « Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de
tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito.
Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más en tus brazos redentores » (Papa Francisco,
Exhort. ap. Evangelii Gaudium, 3). Aquellos brazos abiertos
en la cruz prueban que nadie está excluido del amor del Padre ni de su
misericordia. Él no quiere ni se resigna a perder a nadie : esposo o
esposa, padres o hijos... Saben bien que, a los ojos de Jesús, nadie está
definitivamente perdido, solo hay personas que deben ser encontradas. Y Él nos
empuja a salir a buscarlos. Porque, si queremos encontrar al Señor, tenemos que
buscarlo, no donde pretendemos encontralo, sino donde Él nos quiere encontrar; y
el Pastor solo puede ser encontrado donde está la oveja perdida. Haciendo saber
que va a buscar a la oveja perdida, provoca a las otras noventa y nueve para que
participen en la reunificación del rebaño. Y, si eso sucede, no solo la oveja
traída sobre los hombros, sino que todo el rebaño acompañará al Pastor hasta
casa, para celebrar una fiesta con los amigos y vecinos (cf. Lc 15, 4-6). Así, « llevados
de la mano de la Virgen Madre y ante su mirada, podemos cantar con alegría las
misericordias del Señor. Podemos decir: Mi alma te canta, oh Señor. La
misericordia que tuviste con todos tus santos y con todo tu pueblo fiel la
tuviste también conmigo. Oh Señor, por culpa del orgullo de mi corazón, he
vivido distraído siguiendo mis ambiciones e intereses, pero sin conseguir
ocupar ningún trono. La única manera de ser exaltado es que tu Madre me tome en
brazos, me cubra con su manto y me ponga junto a tu corazón ». (Papa Francisco, Mensaje introductorio a la Vigilia Mariana, Fátima 12/V/2017). Así,
consagrados a los Corazones misericordiosos de Jesús y María, podemos contar
con su gracia, la misma gracia que hace ciento y un años, en la persona de la
Virgen Madre de Dios, brilló en los ojos de los tres Pastorcillos y moldeó sus
vidas para « salvar a los pecadores ». Con el deseo de que esta
pasión con la que éstos lo hicieron se apodere de esposos, padres e hijos miembros
de los Equipos de Nuestra Señora sembrados por el mundo entero, el Papa
Francisco os concede, así como a los asistentes espirituales y orientadores de
retiros y encuentros, la implorada Bendición Apostólica.
Vaticano, 13 de junio de 2018
Sustituto de la
Secretaría de Estado de Su Santidad